Las grebas su uso:
Cuando Julio César conquistó la Galia, en el siglo I a.C., las piernas de los soldados se resguardaban del frío y de las espinas y zarzas de los bosques por las hosa, unas protecciones de tela o cuero que se llevaban debajo de la corta túnica militar. La palabra “greba” es de origen francés, y no aparece hasta la edad media para referirse a la protección de las piernas en las armaduras metálicas y por extensión a cualquier otro tipo de protección. Sin embargo en España tanto canillera (ya atestiguada en 1255) como espinillera se siguieron usando en adelante con el mismo significado que greba.
Cervantes nos relata: “Quitáronle una ropilla que traía sobre las armas, y las medias calzas le querían quitar, si las grebas no lo estorbaran. A Sancho le quitaron el gabán, y, dejándole en pelota, repartiendo entre sí los demás despojos de la batalla…” (Quijote, cap. XXII)
Hasta tal punto se extiende el término que así nos traducen a los clásicos:
… Y, tomando de la cóncava embarcación las reses del Ciclope, nos las repartimos de modo que ninguno se quedara sin su parte. En esta partición que se hizo del ganado, mis compañeros, de hermosas grebas, asignáronme el carnero, además de lo que me correspondía; y yo lo sacrifiqué en la playa a Zeus Cronida, que amontona las nubes y sobre todos reina, quemando en su obsequio ambos muslos. Pero el dios, sin hacer caso del sacrificio, meditaba como podrían llegar a perderse todas mis naves de muchos bancos con los fieles compañeros… (La Odisea, canto IX)
El origen de las grebas hay que buscarlo por tanto en la antigüedad griega. Es verdad que la palabra greba sólo es aplicable a la pieza de la armadura que cubre toda la pierna, pues cuando sólo cubre la espinilla recibe el nombre de cnémida, espinillera, canilleta y esquinela, variantes de la propia greba, ya que la ócrea de los griegos, etruscos y romanos se puede considerar una verdadera greba. La ócrea era una pieza de metal flexible, forrada de cuero en el interior, que se fijaba a la pantorrilla mediante hebillas o correas.
Hay constancia del uso de canilleras en la antigua Iberia. En la costa levantina se han hallado algunas de bronce repujado datadas entre el 600-550 a. C., se ataban a la pierna por medio de correas sobre una base de fieltro para evitar roces. A partir del s. IV a.C, con la homogenización, generalización y simplificación de la panoplia, las canilleras metálicas desaparecieron, aunque por fuentes literarias (Estrabón y Diodoro) se sabe que existían grebas de fieltro o lana, que también se representan en las esculturas de guerreros galaicos ya muy tardías. Para cualquier protección que cubriera desde los tobillos hasta la rodilla ya fueran de bronce, de cuero o simples tiras de tela enrollada, Estrabón usa el término cnemides para las canilleras de los lusitanos y Diodoro cnemides de pelo para los celtíberos.
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